UN LIBRO PARA TODOS
Los años del tropel, del escritor colombiano Alfredo Molano, son historias relatadas de forma maravillosa, son interesantes y absorbentes y su lenguaje jocoso hace que el lector se vuelva cómplice del autor en su relato ya que su redacción es comprensible y cualquiera puede entenderlo fácilmente, está dirigido a cualquier público, pero en especial para quienes les entusiasma la historia colombiana.
Este es un libro que envuelve y apasiona, causa en el lector ansiedad por querer leer más para conocer el final de cada uno de los capítulos, pues en cada uno existe una historia interesante que invita al lector a seguir; como es el caso de El maestro y José Amador, que son dos narraciones que cuentan historias de una misma época, con lugares comunes pero narradas desde diferentes perspectivas, la de un Conservador aparentemente noble y moral y la de un liberal poco apasionado por su partido y consiente de la destrucción que causa la efervescencia por unos ideales mal definidos. El libro nos deja ver como estos dos personajes tienen que afrontar la violencia desde ángulos diferentes, pero teniendo en común el desprecio por todo lo que ocasionó tanto fanatismo.
En este libro se puede percibir como el apasionamiento por las diferentes ideales políticos han azotado a este país desde hace más de 60 años y parece no tener fin, lo más curioso es que ahora es la misma violencia que en los años cuarenta, lo único que ha cambiado es la sofisticación de las armas, porque la ansiedad de poder y dinero sigue siendo el mismo objetivo de quienes hacen la guerra. Se siguen matando como en el pasado, los amigos, los vecinos, los hermanos; los de abajo, mientras que los de arriba, los ricos, los gobernantes, siguen llenando sus arcas y manteniendo al pueblo enceguecido con falsas promesas.
Es lamentable e impotente ver como esa misma violencia de los años cuarenta nos azota hoy día sin respetar sexo, edad ni creencia religiosa y cómo los campesinos al igual que en aquella época son obligados a abandonar lo poco que poseen para salvaguardar sus vidas. Es doloroso darse cuenta que en un país como el nuestro, con tantas riquezas no solo materiales, sino con la calidad de sus gentes, todavía unos cuantos no han aprendido a convivir, a respetar las ideas del otro, a entender que somos privilegiados, que tenemos un lugar maravilloso el cual es un paraíso, donde vivir es todo un privilegio y donde hay miles de José Amador, que sólo buscan un lugar en dónde vivir en paz.