La muerte de un niño y más cuando ha sido de una manera tan violenta, como es el caso de Luís Santiago Lozano, un menor de tan solo once meses, quien fue encontrado muerto después de 11 días de secuestro; siempre será un hecho que cause indignación e impotencia en la mayoría de los seres humanos y aún más, cuando el agresor como en este caso, ha sido su propio padre, quien supondríamos, debería ser quien protegiera, guiara y llenara de amor a su hijo.
Es verdad que es inevitable sentir furia y dolor ante tal situación tan violenta, pero tampoco creo que sea justo, la manera en como los medios se han encargado de transmitir la información. A mi manera de ver las cosas, pienso que se ha realizado un festín con el dolor de una madre y de una familia que se encuentra destrozada y que justamente debió vivir ese caótico momento en la intimidad de su hogar y rodeados por los suyos.
A veces, es frustrante darse cuenta que personas como nosotros que somos estudiantes de periodismo, probablemente llegaremos a los medios de comunicación, donde por lo visto el respeto por el dolor y la dignidad humana siempre estarán por debajo del interés noticioso y que los más seguro es que si no nos ponemos en la tarea de reeducarnos y reeducar a la audiencia para que cambie la concepción del gusto por el sensacionalismo o amarillismo, quizás un día seamos nosotros quienes estemos transmitiendo y comercializando con el dolor de otros.
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que aunque lo ocurrido con el niño Luís Santiago es algo rechazable y sobre todo reprensible desde todo punto de vista, los medios están en la obligación de transmitir la noticia, sin calarle ese sensacionalismo macabro que lo único que infortunadamente atrae es más violencia, ya que como pudimos observar, lo que se vivió en Chia el día del juzgamiento de los agresores, fue una clara muestra de lo que puede suceder cuando los medios de manera irracional presentan los hechos de manera sensacionalista, afectando de una u otra manera la sensibilidad de la comunidad.
Sin embargo, esto no quiere decir que el hecho de ser periodistas, no nos permita ser alterables ante determinadas situaciones, lo que no podemos olvidar, es el sentido de responsabilidad social que deben tener, tanto los periodistas, como los medios de comunicación y que hacer todo lo posible por aplicar la objetividad, también es una responsabilidad con la audiencia.
En conclusión, lo que puedo decir es que, entre más dolorosos y traumáticos sean los hechos, más alejados del sensacionalismo y de la puja comercial deben estar tanto los medios como los periodistas, para así evitar atropellar y pasar por encima de la dignidad humana que debe ser nuestro principal objetivo de responsabilidad, además para no incitar implícitamente a las comunidades a tomarse la ley en sus manos.